En la actualidad, existe una discusión en torno a un tema de relevancia en el ámbito social y político que, aunque no es de gran magnitud, debe ser objeto de reflexión y autoanálisis por parte de los profesionales que trabajan en el servicio a la comunidad debido a los sesgos y prejuicios arraigados en nuestra estructura cognitiva.
Se trata de la propuesta del Ministerio de Trabajo para que el trabajo social sea considerado como una ocupación especializada o técnica, y así permitir su apertura a extranjeros. Esta iniciativa se encuentra en el marco de la evaluación del Departamento de Desarrollo de la Fuerza Laboral en colaboración con el Ministerio de Bienestar Social, que plantea cambios en el artículo 46, sección 1, párrafos 1 al 6, del proyecto de ley “Criterios y estándares de calificación para el trabajo de empleo de extranjeros” para permitir que los extranjeros puedan trabajar en agencias gubernamentales en áreas como el bienestar social, el trabajo, la justicia y la salud.
Esta propuesta ha generado una serie de opiniones divergentes en la sociedad, pero lo importante es que nos lleve a reflexionar sobre nuestras propias creencias y prejuicios arraigados en nuestra mente. Como trabajadores sociales, nuestro deber es servir a la comunidad sin distinción de nacionalidad o raza, y esta propuesta nos da la oportunidad de demostrar nuestra verdadera vocación y compromiso con la justicia social.
Es cierto que siempre hay temores y preocupaciones cuando se plantean cambios en la política y en la sociedad en general. Sin embargo, debemos recordar que la diversidad y la inclusión son fundamentales para una sociedad más justa y equitativa. La apertura a la contratación de trabajadores sociales extranjeros no solo nos enriquecerá culturalmente, sino que también nos permitirá aprender de nuevas perspectivas y enfoques en nuestro trabajo.
Además, debemos reconocer que hay una gran demanda de profesionales en el campo del trabajo social y la incorporación de trabajadores extranjeros podría ser una forma de cubrir esa necesidad. No podemos permitir que la falta de personal cualificado nos impida brindar una atención de calidad a aquellos que más lo necesitan.
Como en todos los aspectos de la vida, es importante dejar de lado nuestros prejuicios y abrir nuestras mentes a nuevas posibilidades. Si bien es cierto que podemos enfrentar desafíos en el proceso de integración e inclusión de trabajadores extranjeros, también es una oportunidad para demostrar nuestro compromiso con la igualdad y la justicia social.
En resumen, la propuesta del Ministerio de Trabajo puede ser considerada como un pequeño paso, pero es un paso importante en la dirección correcta. Como trabajadores sociales, debemos tener en cuenta que nuestra labor va más allá de las fronteras y que debemos estar abiertos a trabajar con personas de diferentes culturas y orígenes. Debemos aprovechar esta oportunidad para demostrar nuestra capacidad de adaptación y nuestra verdadera vocación de servir a la comunidad sin prejuicios ni discriminación. ¡Juntos podemos construir una sociedad más justa e inclusiva para todos!