Enfrentando el abrumador hecho de cuidar a la sociedad y la toxicidad del estrés que deriva de ello, los grupos civiles han propuesto los llamados seis principios de cuidado sin presión, lo que también ha llevado a una mayor reflexión sobre el pensamiento humanista.
Básicamente, en cuanto a los seis principios de cuidado sin presión, tales como “no tratar de resolver los problemas por sí solo”, “utilizar activamente servicios, dispositivos de asistencia y productos de cuidado”, “consultar con profesionales de diferentes campos”, “conocer métodos de cuidado relajados y tener conocimiento sobre demencia”, “no perseguir la perfección” y “no ignorar uno mismo”, en términos de promover el empoderamiento social a través de la educación, hay mucho que profundizar.
Estos principios nos recuerdan que no estamos solos en el cuidado de nuestros seres queridos y que debemos buscar ayuda y apoyo de otros. También nos enseñan a ser más conscientes de las opciones disponibles para facilitar el cuidado, como servicios y productos diseñados específicamente para personas mayores o con demencia.
Además, es importante recordar que no hay una forma perfecta de cuidar a alguien y que no debemos presionarnos para alcanzar la perfección. Aceptar nuestras limitaciones y buscar formas más relajadas de cuidar puede ayudarnos a evitar el estrés y el agotamiento.
También es esencial no descuidarnos a nosotros mismos mientras cuidamos a los demás. Debemos tomarnos un tiempo para descansar, relajarnos y cuidar de nuestra propia salud física y mental. Solo así podremos ser cuidadores efectivos y brindar el mejor cuidado posible a nuestros seres queridos.
En resumen, los seis principios de cuidado sin presión nos recuerdan la importancia de buscar ayuda y apoyo, conocer nuestras opciones y cuidar de nosotros mismos mientras cuidamos a los demás. Al seguir estos principios, podemos enfrentar los desafíos del cuidado de manera más efectiva y construir una sociedad más empática y solidaria.