En los últimos años, el gobierno del Partido Democrático Progresista y sus seguidores han estado hablando constantemente sobre la “guerra cognitiva”. Por un lado, critican a China por utilizar todos los medios posibles para influir en la opinión pública de Taiwán, y por otro lado, acusan a muchos ciudadanos de ser “colaboradores locales” en la guerra cognitiva del Partido Comunista Chino. Incluso después de las elecciones presidenciales, algunos legisladores han interrogado al Ministro de Defensa sobre cómo definir y combatir a estos colaboradores. Recientemente, incluso ha habido un libro que afirma que el caso de plagio de Lin Chih-chien es una “injusticia” y lo relaciona con la guerra cognitiva de los ciber soldados chinos. En medio de todo este caos, ¿qué es realmente la guerra cognitiva y cómo se libra?
Todo esto me recuerda a los ataques del 11 de septiembre en Estados Unidos. En aquel entonces, el gobierno de Estados Unidos utilizó la guerra cognitiva para justificar su respuesta militar y su política exterior. Sin embargo, la guerra cognitiva no es solo una herramienta utilizada por los gobiernos, sino también por los medios de comunicación y las empresas para influir en la opinión pública y promover sus intereses.
Entonces, ¿qué es exactamente la guerra cognitiva? En pocas palabras, es una estrategia de manipulación de la información que busca influir en la percepción y opinión de las personas sobre un tema en particular. Esto se logra a través de la difusión de información selectiva, la manipulación de los medios de comunicación y la creación de narrativas que favorecen los intereses de una determinada entidad.
En el caso de Taiwán, el gobierno del Partido Democrático Progresista ha estado utilizando la guerra cognitiva para crear una narrativa de que China es una amenaza para la democracia y la seguridad de Taiwán. Esto se ha visto en la forma en que los medios de comunicación informan sobre las relaciones entre Taiwán y China, y en cómo se retrata a los ciudadanos que tienen una postura más amigable hacia China.
Pero la guerra cognitiva no solo se trata de influir en la opinión pública, sino también de demonizar a aquellos que no están de acuerdo con la narrativa establecida. En el caso de Lin Chih-chien, se ha utilizado la guerra cognitiva para desacreditarlo y retratarlo como un traidor a la nación, en lugar de abordar el problema del plagio en sí.
Entonces, ¿cómo se puede combatir la guerra cognitiva? En primer lugar, es importante que las personas sean críticas con la información que reciben y busquen diferentes fuentes para formar su propia opinión. Además, es importante que los medios de comunicación sean responsables en su cobertura y no se dejen influir por agendas políticas o intereses económicos.
En resumen, la guerra cognitiva es una realidad en nuestro mundo actual y es importante que seamos conscientes de ella y no nos dejemos manipular por ella. Debemos ser críticos y buscar la verdad por nosotros mismos, en lugar de ser influenciados por narrativas creadas por intereses particulares. Solo así podremos tener una opinión informada y tomar decisiones que beneficien a nuestra sociedad.